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La
verdad es que esperaba ver un puente, pero no es imaginable la cara
de asombro y satisfacción que puse, al unísono, cuando lo vi por
primera vez: dejé la carretera y me puse a andar hacia el río
siguiendo el cauce del arroyo casi seco, y al bordear una pequeña
loma..., allí estaba. ¡Dios mío, esto es un acueducto! Me quedé
como petrificado contemplándolo desde arriba, con la boca abierta y
sin saber qué pensar. Llevaba allí cientos de años y nadie había
dicho o escrito nada sobre la existencia de aquel acueducto.
Me
puse en camino con la esperanza de poder constatar alguna
posibilidad, aunque si no encontraba nada ya me daba por muy
satisfecho con el descubrimiento del acueducto. Era demasiado.
Llegué hasta el
siguiente arroyo, bajé hasta el mismo río, y... ¡Cielo santo! ¡Es
increible! Estaba allí. No había duda. Me encontraba ante la presa
del acueducto. El río había desviado su cauce, pero un pequeño
brazo de agua transitaba por aquel lugar, ocultando casi totalmente
la presa, que por algunos puntos sobresalía unos centímetros por
encima del nivel del agua, y que al ser limpia y trasparente permitía
hasta unos veinte centímetros por debajo del nivel. Hice unas fotos
tomando referencias, pues temía que con el paso del tiempo se
terminase por cegar, como así ha sido, pero en parte me alegro, ya
que lo que ha hecho la Naturaleza ha sido enterrarla para su mejor
conservación. En visitas posteriores me ha dado la impresión de que
estaba esperando que alguien la fotografiase para dejar constancia de
su existencia, y enterrarse para que futuras generaciones puedan
estudiarla con más medios científicos y económicos.
Tras la
conquista de Hispania y durante el período de romanización, uno de
los objetivos principales perseguidos por Roma era la concentración
de la población en núcleos urbanos. La diseminación que hasta ese
momento se daba en las poblaciones de la mayor parte del territorio
de la Península suponía una dificultad añadida al control efectivo
del territorio pretendido por los romanos. La expansión de la vida
urbana se dio en la época de la conquista (República) y en los
siglos I y II (Alto Imperio) y trajo consigo la concentración, tanto
de la población indígena como de los nuevos colonos romanos, en
estas nuevas ciudades que se convirtieron en centros administrativos,
políticos y económicos. Para atraer la población a la ciudad se
llevó a cabo la ordenación del territorio de la misma, territorio
que incluía tanto el urbano como el destinado a las labores
agroganaderas. Dentro de la creación de las infraestructuras para la
ciudad, uno de los más importantes apartados lo constituye el de las
obras públicas, dentro del cual podemos incluir el de la creación
de estructuras hidráulicas encargadas de abastecer de agua a los
asentamientos urbanos. La construcción de acueductos, presas, etc.,
fue una de las tareas primordiales que los arquitectos romanos
debieron llevar a efecto.
En
este marco es donde podemos encuadrar el descubrimiento hecho por D.
Antonio Ceacero Hernández en el mes de Julio de 1.989. El acueducto
descubierto
se encuentra a 4 Km. de la villa de Santo Tomé, próximo al cauce
del río Guadalquivir. Aunque la falta de restos asociados dificulta
su ubicación temporal, nos atreveríamos a datarlo en la época
romana, período de amplia presencia en la zona, como lo atestigua el
tesoro de monedas encontrado en una de las viviendas de la población,
de forma accidental por unos conejos que excavaban sus madrigueras.
La constante reutilización de las estructuras hidráulicas, debido a
su funcionalidad e importancia para la población, ha hecho que su
uso se prolongue hasta fechas recientes, con lo que suponemos que
cualquier desperfecto que sufriera sería subsanado con urgencia en
el momento en que se produjera, con la consiguiente mezcolanza de
materiales que conforman actualmente la estructura de este acueducto
que salva el desnivel existente entre dos pequeñas colinas. Así,
esta mezcolanza de materiales hace que el arranque de su único arco
esté formado por dos grandes bloques de piedra; el arco de medio
punto que forma, está compuesto por pequeñas lajas de piedra, y el
resto de la construcción por cantos rodados unidos con argamasa. Aún
es visible por sus dos extremos la continuación de la canalización
de agua. Dicha canalización se puede conectar, siguiendo al nordeste
durante un km., con la estructura de una presa que se halla en el
mismo cauce del río, aunque se encuentra cegada por los materiales
transportados por la erosión, a pesar de lo cual existe una
evidencia fotográfica de la misma.
El
día15 de septiembre de 2.010, durante la inauguración de la
Exposición en el Museo Arqueológico de Jaén sobre los hallazgos en
el campamento cartaginés y la batalla de Baécula, (yacimiento
arqueológico que descubrí en 1.982 e informé a la Delegación
Provincial de Cultura en 1.987, con mapa detallando todos los
yacimientos de los alrededores de Santo Tomé y la cerámica
encontrada) conocí a Francisco Gómez Cabeza, co-director de las
excavaciones que se están realizando en el Cerro de Las Albahacas,
que me comentó que en septiembre había visto el pequeño acueducto,
al quedar al descubierto tras las fuertes lluvias y las aguas buscar
su cauce natural, y que posiblemente no fuese romano debido a los
materiales usados en su construcción, que fuese de varios siglos
posteriores. (Lo de los materiales usados en su construcción ya lo
había apuntado yo en la primera parte). Ahora, en noviembre de
2.010, después de 21 años, he podido fotografiar el segundo
acueducto de Claudia.
ÍNDICE DE
TEMAS
EN ESTE BLOG:
------------------------
01.- Medio
geográfico.
02.- Medio
económico.
03.-
Prehistoria.
04.-
Historia.
05.-
Arquitectura.
06.-
Costumbres.
07.-
Gastronomía.
08.-
Heráldica.
09.- Biblioteca
tomeseña.
10.- El mosaico romano de Baécula.
12.- Tesoro
romano.
13.- Fósiles.
14.- Leyenda
del Molinillo.
15.- Autores
tomeseños.
16.- Batalla de
Baécula.
17.- El Reato.
18.- S. Antón.
19.- Romance de
Pero Díaz.
20.- La
matanza.
21.- Galería.
22.-
Miscelánea.
..........................................................
EL PRIMER ACUEDUCTO Y LA PRESA (I parte)
En
el verano de 1.989 tuve la agradable sorpresa de descubrir un acueducto en las cercanías de Santo Tomé, concretamente en el lugar
denominado El Retamar, a unos 4 kilómetros por la carretera vieja
hacia Mogón, en el arroyo divisorio entre los términos municipales
de Santo Tomé y Villacarrillo. Digo y escribo la palabra “descubrir”
teniendo en cuenta que las personas que cultivaban en los alrededores
sabían de su existencia, pero escribo descubrir en el sentido de dar
a conocer al público algo que no se sabía, algo que se ignoraba, y
en ese sentido entra de lleno en el significado de la palabra
descubrir.
Había
tenido conocimiento, por personas que labraban la tierra de los
alrededores, de la existencia de un puente, pero no me llamó
demasiado la atención y pospuse la visita para el verano,
concretamente para el mes de julio del 89.
I acueducto de Claudia. |
Pasado
el primer momento de sorpresa bajé y crucé varias veces el arroyo,
por encima del acueducto, como queriendo inconscientemente asegurarme
de que era real, de que no estaba soñando. Tomé algunas medidas y
le hice varias fotografías, como queriendo atraparlo con la cámara
por si al día siguiente ya no estuviese allí. Después, más
sosegado, pensé que si había un acueducto lo lógico sería que más
arriba hubiera existido una presa. ¿Se conservaría aún? ¿Habría
restos arqueológicos, al menos, que delatasen su presencia? ¿Lo
encontraría?
Presa de Claudia. |
Presa de Claudia. |
Volviendo
al acueducto, verdaderamente no tiene ni punto de comparación con el
acueducto de Segovia ni a escala, pues únicamente tiene un ojo y no
está construido con materiales tan grandiosos, pero no deja de ser
nuestro acueducto.
No he querido
hacer público antes este hallazgo temiendo por su conservación si
llegaba al conocimiento de personas desaprensivas respecto a
vestigios históricos arquitectónicos, pero también he pensado que
a muchas personas les gustaría saber lo que tenemos, y
contemplarlo.
El siguiente paso
será hacer la solicitud para que se le declare como bien de interés
cultural.
Poco
después me dijeron que la conducción de agua en ambos lados del
acueducto había sido visible hasta unos años antes, pero que se fue
enterrando poco a poco con la tierra que echaban para abajo los
rebaños de ovejas al pasar por la ladera, y que cerca del anterior
había otro acueducto más pequeño, en mitad de una finca, pero que
había sido enterrado todo el pequeño arroyo, incluido el acueducto,
para no tener que bordear con los aperos de labranza y también así
obtener mayor superficie de cultivo, por lo que no pude verlo.
Arjona,
marzo de 1.993
Puesto
en conocimiento de la Delegación Provincial de Cultura del
descubrimiento, me pusieron en contacto con un estudiante de
Historia, de la próxima localidad de Villacarrillo, para que nos
pusiésemos de acuerdo y le llevase a ver el acueducto. Poco después
llevé a Antonio Molina al acueducto, la presa ya estaba enterrada de
forma natural por los sedimentos del río. Le pedí que hiciese un
pequeño artículo al respecto para publicar en la revista local del
Centro Municipal de Adultos de Santo Tomé, y esto es lo que
escribió:
EL PRIMER ACUEDUCTO (II parte)
Por Antonio
Molina Estudillo
I acueducto de Claudia. |
I acueducto de Claudia |
En
definitiva, se trata de uno más de los numerosos restos
arqueológicos que jalonan el Valle Alto del Guadalquivir. De la
concienciación de todos depende que nuestro patrimonio cultural se
conserve y no caiga en manos de desaprensivos que sólo buscan el
enriquecimiento personal y en esquilmar unos bienes de los que todos
tenemos derecho a disfrutar, pues forman parte de nuestro pasado y
están unidos indisolublemente a nuestra historia.
Villacarrillo,
20 de marzo de 1.993
…………………………………………………………………………
A
esta presa y al acueducto les puse el nombre de CLAUDIA, por mi hija
Claudia Ceacero Carrasco, nacida en Jaén el 25 de febrero de 2.006
…………………………………………………………………………
EL SEGUNDO ACUEDUCTO (III parte)
Mª Dolores Carrasco ante el II acueducto de Claudia. |
Artículo publicado en:
Revista Cultural de la Provincia de Jaén,
Nº 69-70. Jaén, 2.010
........................................................................................
7 de enero de 2.017
Un grupo de tres matrimonios (Guillermo, Paola y Paolita, Pedro, Maite y Marcos, Lola, nuestra hija Claudia y yo,acompañados por Diego Hidalgo, que nos hizo de guía, y Quico) hicimos una jornada arqueológica por los alrededores de ST. Visitamos Baécula, la necrópoli del Puente de Las Irijuelas, el lugar donde se desarrolló la batalla de Baécula, (almorzamos en el mesón rural Baécula), los acueductos de Claudia, el puente romano y la calzada, y el torreón de Nubla.
Nuestra hija encantada de ver por primera vez los acueductos que bauticé con su nombre.
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Nº 69-70. Jaén, 2.010
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7 de enero de 2.017
Un grupo de tres matrimonios (Guillermo, Paola y Paolita, Pedro, Maite y Marcos, Lola, nuestra hija Claudia y yo,acompañados por Diego Hidalgo, que nos hizo de guía, y Quico) hicimos una jornada arqueológica por los alrededores de ST. Visitamos Baécula, la necrópoli del Puente de Las Irijuelas, el lugar donde se desarrolló la batalla de Baécula, (almorzamos en el mesón rural Baécula), los acueductos de Claudia, el puente romano y la calzada, y el torreón de Nubla.
Nuestra hija encantada de ver por primera vez los acueductos que bauticé con su nombre.
I Acueducto de Claudia (Claudia la penúltima) |
II Acueducto de Claudia (Claudia con su mano derecha en el pecho). Foto: Pedro |
Necrópoli d Las Irijuelas. |
Puente romano sobre el Cañamares. |
Calzada romana del Cañamares. |
Al fondo el torreón de Nubla. |
El 11 de marzo de 2017 el alcalde de ST, D. Francisco Jiménez Nogueras, mandó limpiar los alrededores del Primer acueducto de Claudia, ya que la abundancia de árboles de crecimiento rápido y de otros arbustos hacían peligrar su conservación.
Las fotos han sido realizadas por F. Jiménez.
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